Se conocieron un día de Enero, ella regresaba de unos
merecidos días de asueto en la playa después de haber pasado un fin de año espantoso y deprimente pues su novio en aquel entonces tuvo la osadía de
dejarla justo el 30 de Diciembre, pero esa, es otra historia…
Regresó de la playa y tuvo la suerte de conocer a un chico que desde el
principio consideró especial, independientemente de ser del tipo que llama la
atención de cualquiera que se cruce con él: 1.80 de estatura, piel morena, mirada
verde divina, cuerpo atlético, en pocas palabras, un tipo guapo; y eso no fue todo, al
platicar con él ¡Oh, sorpresa! Se dió cuenta que era culto, agradable,
simpático, inteligente, todo un estuche de monerías, casi un sueño. Pasaron una
tarde increíble, la hizo sentir a gusto, alegre, entusiasmada,ella aún recuerda lo
hermoso que fue tocar su almohada y pensar en ese alguien que le regaló ilusión, y
más hermoso aún era despertar y que esa misma persona se hiciera presente en su
pensamiento en cuestión de segundos. Después de algunas citas no hizo más que confirmar todo lo que
pensaba de él y decidió iniciar una relación con un hombre al que consideraba
maravilloso y que con sus atenciones había logrado sacarla de su depresión; estaba feliz, sin imaginar que ese sentimiento tan bello que un día la salvó volvería
a hundirla pero esta vez, más
profundamente.
Pasó el tiempo y como en la mayoría de las relaciones todo
fue color de rosa, conocieron a sus respectivas familias, cosa que no era muy
habitual en ella pues siempre ha sido demasiado reservada o tal vez nunca había
tomado tan en serio a alguien, él era adorado por todos, lo consideraban el chico
perfecto, todo iba de maravilla hasta que un día llegó la primer prueba, por
cuestiones laborales él tenía que ausentarse seis meses de la ciudad, al
principio ella sintió temor - ¡Sería demasiado
tiempo sin verlo! ¿Y si conocía a alguien más? - Aún con la incertidumbre tenía
claro que debía esperarlo, en ese tiempo sólo se comunicaron vía telefónica o
e-mail y un par de ocasiones le dió la
sorpresa de visitarla en fin de semana; se cumplió el plazo y regresó, felices
por eso planearon un viaje juntos y en ese viaje él hizo la pregunta que nadie
jamás le había hecho - ¿Quieres compartir el resto de tu vida conmigo? - Sin dudarlo un segundo contestó que sí, decidieron que se darían como plazo un año para planificar todo. Y los doce meses que
más rápido ella quería que pasaran se
convirtieron en los más tormentosos de su vida.
Días después de regresar del
mágico viaje comenzó a notar que con frecuencia recibía llamadas de un
número de larga distancia, él decía
que eran cosas de trabajo, lo extraño era cuándo las llamadas llegaban a horas inapropiadas, le preguntaba pero sus
argumentos la convencían y no cuestionaba más.
Continuó pasando el tiempo y
siguieron con los planes, buscaron un lugar dónde vivir pero su actitud comenzó
a cambiar, la celaba de una manera que no era normal, sus llamadas ya no eran
tanto por querer escucharla, más bien eran para saber que hacía, con quien
estaba, el llegar a casa un poco más tarde de lo habitual era motivo de
discusión, comenzó a molestarle que viera a sus amigas, si le pedía que la
acompañara a una fiesta o reunión no aceptaba y por supuesto tampoco la dejaba ir sola, al parecer la propuesta de
compartir su vida incluía un control total sobre su persona, en un par de ocasiones llegó a agredirla físicamente y ella no protestó porque le
creía cuándo decía que todo lo hacía porque la amaba y no quería perderla.
Entonces se volvió la novia más sumisa
del mundo, su vida eran su trabajo y él, dejó de frecuentar a sus amistades, de
fiestas mejor ni hablar, se sometió a una dieta y un plan de ejercicio que
casi la deja en los huesos porque su amorcito decía que estaba gorda y sólo
quería gustarle y tenerlo contento, pero
todo ese esfuerzo parecía importarle poco porque su cambio de actitud era cada
vez más marcado, se preocupaba por controlar sus actividades pero al mismo tiempo
había periodos de ausencia en los que no lograba localizarlo ni en la oficina,
ni en el celular, ni en su casa y empezaron a surgir dudas que él se encargaba de disipar cuándo se
aparecía con flores y la excusa perfecta.
Las ausencias no mermaron, por el
contrario, pasaron los meses y fueron en aumento, a la fecha no logra entender cómo
es que pudo soportar no tener una explicación y conformarse con sus evasivas. Un día, después de una semana de no saber de él recibió su llamada que
fué muy breve y en la que sólo dijo -“He estado muy ocupado, discúlpame y
recuerda que te amo” - Y colgó.
Se sintió aliviada por tener
noticias suyas pero a la vez más confundida cuándo nuevamente desapareció, no podía continuar así, con tanta
incertidumbre, y fué entonces cuando
agarró su lap top, creó una cuenta falsa y decidió contactarlo; vaya sorpresa
la que se llevó cuando le mandó una invitación al Messenger y la acepto de
inmediato, comenzaron a charlar hasta que él pidió una cita, a la cual ella obviamente nunca
asistió, pero en esas charlas se enteró que aquellas llamadas de larga distancia
eran de una “novia” que tuvo en aquel viaje laboral, después tuvo acceso a su
facebook y descubrió que se veía con otra chica menor, mucho menor que ambos, después se dedicó a buscarlo en cuanta red social se le ponía enfrente y en la
mayoría lo encontró contactando con chicas
y pudo darse cuenta que en algún momento salió con varias de ellas.
Después de descubrir todo ella tenía que decirle en la cara que era una basura y le
confesó su verdadera identidad, ilusamente le creyó cuando dijo que la buscaría
para hablar, obviamente volvió a desaparecer. Esto la dejó moralmente deshecha, se deprimió y el estrés emocional se manifestó
con enfermedades de las cuales jamás había padecido.
No hizo falta buscarlo de nuevo, él regresó sólo, un día se planto en la puerta de su casa y dijo: -“Perdóname,
no tenía cara para buscarte, tengo un problema, soy demasiado infiel y no es
culpa tuya, te amo pero no es justo lo que te estoy haciendo y estarás mucho
mejor lejos de mi”-. Le dió toda la razón y dejó que se fuera, sin embargo
seguía buscándola y ella accedía a verlo, pues le costaba estar sin él y así tenían esporádicos
encuentros ya no como pareja pero ella con la esperanza de que estuviera
arrepentido y todo volviera a ser mejor que en un principio, siempre ofreciéndole
disculpas lo perdonó hasta que un día dijo - “No sé si decirte la
verdad completa, tengo miedo de que me odies” - ¿Había más? ¿Podía haber más?
Le exigió que hablara –Y vino la confesión - “De las veces que te fui infiel, la
última, está embarazada, por eso ya no puedo ofrecerte nada”- En ese momento el delgado hilo que aún los unía terminó de romperse.
Pero ese no es el final de la
historia, resulta que un par de semanas después, tras la espera de la vista
mensual que no llegaba se compró una
prueba de embarazo y el resultado: ¡Positivo! Iba a tener un hijo del hombre que
acababa de decirle que no podía ofrecerle nada porque iba a tener un hijo con
otra, no sabía si decírselo o no, las ocasiones que lo vió no se atrevió
a hacerlo por miedo a su respuesta
y al final no fue necesario, un día de la nada tuvo un inexplicable dolor de
espalda, cólicos y mareos que terminaron en hemorragia, el médico dijo
que con ocho semanas de embarazo había tenido un aborto espontaneo , la noticia
lógicamente no la hizo felízó y aunque fue un golpe fuerte la ayudó por fin a tomar
la decisión de alejarse de él para siempre, si el destino decidió que ese bebé
no naciera es porque definitivamente no debía existir nada que la uniera a ese
hombre, por eso cuándo se apareció para felicitarla el día de su cumpleaños su
auto regalo fue decirle que no quería verlo nunca más.
Aunque el proceso de recuperar su auto estima y la estabilidad emocional no fué fácil hoy se
alegra de haber tenido la fortaleza de decirle adiós, seguramente de haberse
casado con él sería una de esas esposas sumisas que no salen de casa y
están sometidas a lo que el marido dice y por supuesto con la frente adornada por un par de enormes
cuernos.
A más de un año de no verlo él continúa
llamándole, a veces le toma la llamada, a veces no y lo que él no se imagina que ella sigue siendo su stalker, ¿con qué finalidad? ni ella misma lo sabe, tal vez en el fondo aún tiene sed de vengarse.