4 de febrero de 2014

El ciclo del llanto.





Pues sí...hay noches que se me van en puro llorar y llorar.


Lo curioso del caso es que la mayoría de las veces desconozco el motivo, lo cierto es que es un llanto muy sincero. ¿Y cómo saber cuándo un llanto es sincero? Muy simple: Porque nace en el estómago.


Según los expertos  es en el estómago donde sentimos las emociones, entonces, las lágrimas (por lo menos las mías) comienzan a formarse en el centro de la panza, justó ahí donde los libros de anatomía dicen que tenemos las “tripas” siento como si éstas dos se enredaran y retorcieran hasta formar un  “nudo ciego”, ese nudo comienza a ascender lentamente y hace varias paradas, la primera de ellas es en el pecho para después colarse en el corazón, se posa ahí un buen rato, el suficiente para recolectar e ir atando a él “ene” cantidad de tristezas, nostalgias y melancolías que se han acumulado a lo largo de mis años; una vez completada la carga sigue su camino cuesta arriba. 


La segunda parada es en mi garganta, ésta no tiene mayor objetivo que avisar que sigue trabajando, entonces, yo trato de aprovechar su estancia para escupirlo pero el intento es fallido, ya que de una forma bastante astuta se ensancha haciéndome recordar  el dolor que me provoca desde niña el tragar pastillas y con eso  gana la batalla.


 Sin más, continúa avanzando, ya en este punto en mis labios aparece un temblor involuntario y casi de manera simultánea mis retinas son inundadas de un agua salada que las enrojece, aquí ya no hay marcha atrás e inevitablemente una generosa lluvia de lágrimas empieza  a caer dibujando surcos a todo los largo y ancho de mis mejillas, algunas de ellas mueren en un pañuelo pero otras, las que logran escapar de él, llegan directo  a mis labios y de forma instintiva mi lengua sale a encontrarse con ellas, las absorbe y al confundirlas con  saliva las vuelve a introducir en mi cuerpo con un trago que es más bien amargo.



Seguramente por eso a veces lloro sin motivo, porque cuando mi cuerpo trata de de deshacerse de mis penas yo siempre, sin querer,  termino por beberlas.

29 de mayo de 2013

_________________ (No sé que titulo ponerle)

Se conocieron un día de Enero, ella regresaba de unos merecidos días de asueto en la playa después de haber pasado un fin de año espantoso y deprimente pues su novio en aquel entonces tuvo la osadía de dejarla justo el 30 de Diciembre, pero esa, es otra historia…

Regresó de la playa y tuvo  la suerte de conocer a un chico que desde el principio consideró especial, independientemente de ser del tipo que llama la atención de cualquiera que se cruce con él: 1.80 de estatura, piel morena, mirada verde divina, cuerpo atlético, en pocas palabras, un tipo guapo; y eso no fue todo, al platicar con él ¡Oh, sorpresa! Se dió cuenta que era culto, agradable, simpático, inteligente, todo un estuche de monerías, casi un sueño. Pasaron una tarde increíble, la hizo sentir a gusto, alegre, entusiasmada,ella  aún recuerda lo hermoso que fue tocar su almohada y pensar en ese alguien que le regaló ilusión, y más hermoso aún era despertar y que esa misma persona se hiciera presente en su pensamiento en cuestión de segundos. Después de algunas  citas no hizo más que confirmar todo lo que pensaba de él y decidió iniciar una relación con un hombre al que consideraba maravilloso y que con sus atenciones había logrado sacarla de su depresión; estaba feliz, sin imaginar que ese sentimiento tan bello que un día la salvó volvería a hundirla pero esta vez,  más profundamente.

Pasó el tiempo y como en la mayoría de las relaciones todo fue color de rosa, conocieron a sus respectivas familias, cosa que no era muy habitual en ella pues siempre ha sido demasiado reservada o tal vez nunca había tomado tan en serio a alguien, él era adorado por todos, lo consideraban el chico perfecto, todo iba de maravilla hasta que un día llegó la primer prueba, por cuestiones laborales él tenía que ausentarse seis meses de la ciudad, al principio ella sintió temor - ¡Sería demasiado tiempo sin verlo! ¿Y si conocía a alguien más? - Aún con la incertidumbre tenía claro que debía esperarlo, en ese tiempo sólo se comunicaron vía telefónica o e-mail y un par de ocasiones le dió la sorpresa de visitarla en fin de semana; se cumplió el plazo y regresó, felices por eso planearon un viaje juntos y en ese viaje él hizo la pregunta que nadie jamás le había hecho - ¿Quieres compartir el resto de tu vida conmigo? -  Sin dudarlo un segundo contestó que sí, decidieron que se darían como plazo un año para planificar todo. Y los doce meses que más rápido  ella quería  que pasaran se convirtieron  en los más tormentosos de su vida.

Días después de regresar del mágico viaje comenzó a notar que con frecuencia recibía llamadas de un número  de larga distancia, él decía que eran cosas de trabajo, lo extraño era cuándo las llamadas llegaban  a horas inapropiadas, le preguntaba pero sus argumentos la convencían y no cuestionaba más.

Continuó pasando el tiempo y siguieron con los planes, buscaron un lugar dónde vivir pero su actitud comenzó a cambiar, la celaba de una manera que no era normal, sus llamadas ya no eran tanto por querer escucharla, más bien eran para saber que hacía, con quien estaba, el llegar a casa un poco más tarde de lo habitual era motivo de discusión, comenzó a molestarle que viera a sus amigas, si le pedía que la acompañara a una fiesta o reunión no aceptaba y por supuesto tampoco  la dejaba ir sola, al parecer la propuesta de compartir su vida  incluía un control total sobre su persona,  en un par de ocasiones llegó a agredirla físicamente y  ella no protestó porque le creía cuándo decía que todo lo hacía porque la amaba y no quería perderla.

Entonces se volvió la novia más sumisa del mundo, su vida eran su trabajo y él, dejó de frecuentar a sus amistades, de fiestas mejor ni hablar, se sometió a una dieta y un plan de ejercicio que casi la deja en los huesos porque su amorcito decía que estaba gorda y  sólo quería gustarle  y tenerlo contento, pero todo ese esfuerzo parecía importarle poco porque su cambio de actitud era cada vez más marcado, se preocupaba por controlar sus actividades pero al mismo tiempo había periodos de ausencia en los que no lograba localizarlo ni en la oficina, ni en el celular, ni en su casa y empezaron a surgir  dudas que él se encargaba de disipar cuándo se aparecía con flores y la excusa perfecta.
Las ausencias no mermaron, por el contrario, pasaron los meses y fueron en aumento, a la fecha no logra entender cómo es que pudo soportar no tener una explicación y conformarse con sus evasivas. Un día, después de una semana de no saber de él recibió su llamada que fué muy breve y en la que sólo  dijo -“He estado muy ocupado, discúlpame y recuerda que te amo” - Y colgó.

Se sintió aliviada por tener noticias suyas pero a la vez más confundida cuándo nuevamente desapareció, no podía continuar así, con tanta incertidumbre,  y fué entonces cuando agarró su lap top, creó una cuenta falsa y decidió contactarlo; vaya sorpresa la que se llevó cuando le mandó una invitación al Messenger y la acepto de inmediato, comenzaron a charlar hasta que él pidió una cita, a la cual ella obviamente nunca asistió, pero en esas charlas se enteró que aquellas llamadas de larga distancia eran de una “novia” que tuvo en aquel viaje laboral, después tuvo acceso a su facebook y descubrió que se veía con otra chica menor, mucho menor que ambos, después se dedicó a buscarlo en cuanta red social se le ponía enfrente y en la mayoría lo encontró contactando con chicas  y pudo darse cuenta que en algún momento salió con varias de ellas. Después de descubrir todo ella tenía que decirle en la cara que era una basura y le confesó su verdadera identidad, ilusamente le creyó cuando dijo que la buscaría para hablar, obviamente volvió a desaparecer. Esto la dejó moralmente deshecha, se deprimió y el estrés emocional  se manifestó con enfermedades de las cuales jamás había padecido.

No hizo falta buscarlo de nuevo, él regresó sólo, un día se planto en la puerta de su casa y  dijo: -“Perdóname, no tenía cara para buscarte, tengo un problema, soy demasiado infiel y no es culpa tuya, te amo pero no es justo lo que te estoy haciendo y estarás mucho mejor lejos de mi”-. Le dió toda la razón y dejó que se fuera, sin embargo seguía buscándola y ella accedía a verlo, pues le costaba estar sin él y así tenían esporádicos encuentros ya no como pareja pero ella con la esperanza de que estuviera arrepentido y todo volviera a ser mejor que en un principio, siempre ofreciéndole disculpas  lo perdonó  hasta que un día dijo - “No sé si decirte la verdad completa, tengo miedo de que me odies” - ¿Había más? ¿Podía haber más? Le exigió que hablara –Y vino la confesión - “De las veces que te fui infiel, la última, está embarazada, por eso ya no puedo ofrecerte nada”- En ese momento  el delgado hilo que aún los unía terminó de romperse.

Pero ese no es el final de la historia, resulta que un par de semanas después, tras la espera de la vista mensual  que no llegaba se compró una prueba de embarazo y el resultado: ¡Positivo! Iba a tener un hijo del hombre que acababa de decirle que no podía ofrecerle nada porque iba a tener un hijo con otra, no sabía si decírselo o no, las ocasiones que lo vió  no se atrevió  a hacerlo por miedo a su respuesta  y al final no fue necesario, un día de la nada tuvo un inexplicable dolor de espalda, cólicos y mareos que terminaron en hemorragia, el médico dijo que con  ocho semanas de embarazo  había tenido un aborto espontaneo , la noticia lógicamente no la hizo felízó y aunque fue un golpe fuerte la ayudó por fin a tomar la decisión de alejarse de él para siempre, si el destino decidió que ese bebé no naciera es porque definitivamente no debía existir nada que la uniera  a ese hombre, por eso cuándo se apareció para felicitarla el día de su cumpleaños su auto regalo fue decirle que no quería verlo nunca más.

Aunque el proceso de recuperar su auto estima y la estabilidad emocional no fué fácil hoy se alegra de haber tenido la fortaleza de decirle adiós, seguramente de haberse casado con él  sería una de esas esposas sumisas que no salen de casa y están sometidas a lo que el marido dice y por supuesto con la frente adornada por un par de enormes cuernos. 
 
A más de un año de no verlo él continúa llamándole, a veces le toma la llamada, a veces no y lo que  él no se imagina que ella sigue  siendo su stalker, ¿con qué finalidad? ni ella misma lo sabe, tal vez en el fondo aún tiene sed de vengarse.

24 de mayo de 2013

Tu boca.


"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua."
 
 Rayuela, capítulo 7
 Julio Cortázar
 


15 de marzo de 2013

Adiós


Nunca me han gustado las despedidas, mucho menos las obligadas, sin embargo algunas son necesarias y hasta útiles, porque detrás de éstas hay una historia que  buena o mala, nos habrá enseñado algo y ayudado a crecer, física, mental o emocionalmente. Por eso, aunque a veces no lo queramos y nos aferremos a personas, cosas o lugares, hay un momento en el que es bueno dejarlos ir para así cederle el paso a nuevas experiencias.


8 de marzo de 2013

La vida de oficina, no es vida.



La vida de oficina es una mierda. La mía (mejor dicho, en la que trabajo) está llena de  mujeres  que todos los días se quejan de  desgracias como uñas rotas, la lonja que no les disminuye con la dieta, la falta de sueño porque el bebé no las deja dormir, o  por dolores  premenstruales. También hay hombres, unos que  se las dan de “muy listos” y utilizando el viejo truco de hacerle el favor al jefe (o jefa)  se hacen de privilegios, mientras otros, por no hacerle el favor tienen que chutarse las responsabilidades  del privilegiado sin siquiera recibir un “Gracias” a cambio y con una mentada de madre debe darse por bien servido. Por otro lado están los que se sienten “La Divina Envuelta en Huevo”, están también los entrometidos, los compulsivos, los metro sexuales, los acelerados, los demasiado pasivos, los caprichosos,  y bueno… uno que otro buena ondita; pero todos escondiendo sus frustraciones las tras la corbata. Un verdadero mosaico de personalidades que si no son bien llevadas pueden convertir este pequeño despacho en una batalla campal.

Por cierto, yo me clasifico en la categoría de: “Alivianada con límite de tiempo”, porque hay días en los que el “jabón de vale madrísmo” se me acaba y termino por convertirme en un todo lo antes mencionado.

En fin, mejor respirar profundo y contar hasta 100, total, personajes como éstos, con tantas historias vacías , los hay, hasta en las “mejores familias”.

5 de marzo de 2013

Sorry, never been too good at happy endings...



 
She said to me, over the phone
she wanted to see other people
I thought, "well then, look around, they're everywhere"
said that she was confused...
I thought, "darling, join the club"
24 years old, mid-life crisis
nowadays hits you when you're young
I hung up, she called back, i hung up again
the process had already started
at least it happened quick 
I swear, I died inside that night
my friend, he called
I didn't mention a thing
the last thing he said was, "be sound"
sound...
I contemplated an awful thing, I hate to admit
I just thought those would be such appropriate last words
but i'm still here
and small
so small.. how could this struggle seem so big?
so big...
while the palms in the breeze still blow green
and the waves in the sea still absolute blue
but the horror
every single thing I see is a reminder of her
never thought I'd curse the day I met her
and since she's gone and wouldn't hear
who would care? what good would that do?
but I'm still here
so I imagine in a month...or 12
I'l be somewhere having a drink
laughing at a stupid joke
or just another stupid thing
and I can see myself stopping short
drifting out of the present
sucked by the undertow and pulled out deep
and there I am, standing
wet grass and white headstones all in rows
and in the distance there's one, off on its own
so I stop, kneel
my new home...
and I picture a sober awakening, a re-entry into this little bar scene
sip my drink til the ice hits my lip
order another round
and that's it for now
sorry,
never been too good at happy endings...

-Eddie Vedder-