29 de enero de 2013

Zapatitos rojos



Eran de charol... Es el recuerdo más lejano que tengo de mi existencia, unos hermosos zapatitos rojos que a mis tres años de edad eran todo lo que necesitaba para sentirme feliz, eso y un reconfortante abrazo de mamá eran suficientes para hacerme sonreír; aunque esa felicidad no fuera del todo notoria pues desde muy pequeña he sido un tanto tímida e introvertida, me costaba socializar con otros niños tal vez debido a la sobre protección de mi madre por el hecho de ser su única hija y por ende haber crecido entre adultos aunado a que físicamente no era muy agraciada pues siempre me caractericé por ser demasiado "redonda".

Puedo decir que viví en completa armonía hasta cumplir los siete años de edad, recuerdo perfecto una mañana soleada en la que "mami Chela" (así llamaba a mi abuela materna) me pidió que fuera a comprar algo a la tienda, salí enseguida a hacer lo que me había encomendado con una sonrisa en el rostro pero a mitad de camino esa sonrisa se borraría al encontrarme con una de las personas o mejor dicho con la única persona que realmente me ha hecho sentir miedo, un miedo irracional, de ese que te acelera el corazón pero al mismo tiempo te hiela la sangre, el que te paraliza, el que te deja sin habla y te hace temblar, fue terrible verlo estirar los brazos mientras se aproximaba a mi, al momento que lo hacía yo caminaba hacia el lado contrario tratando de esquivarlo pero la calle era demasiado estrecha, cerró mi paso por completo y al estar a tal sólo unos centímetros de distancia de él giré sobre mi propio eje y eché a correr con todas mis fuerzas calle arriba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario